Algunos llegamos hasta los setenta años,
quizás alcancemos hasta los ochenta,
si las fuerzas nos acompañan.
Tantos años de vida, sin embargo,
sólo traen pesadas cargas y calamidades:
pronto pasan, y con ellos pasamos nosotros.
Salmos 90:10
La velocidad con que transcurre el tiempo delante de nuestros ojos es relativa. A veces nos parece que las cosas que esperamos se tardan mucho en llegar. En otras ocasiones los eventos se suceden con tanta rapidez que apenas si tenemos oportunidad para reaccionar adecuadamente. Cuando somos niños todo se tarda, especialmente las vacaciones escolares. A medida que avanzamos en edad el paso del tiempo comienza a acelerarse y los años transcurren con tal rapidez que no lo podemos creer. Para completar, nuestra pecaminosa naturaleza se comporta de tal manera que nosotros mismos nos acarreamos cargas y calamidades. Todo esto que a nuestros propios ojos nos parece ser una larga vida, lenta o rápida según sea el caso, a los ojos de Dios es diminutamente inmensurable.
Aprendamos a valorar cada instante de nuestra vida. Apreciemos el don de la vida que nos ha dado nuestro Creador. Aprovechemos cada instante para acercarnos y mantenernos junto a nuestro Salvador. No desperdiciemos un solo momento y trabajemos por el Reino de Dios y su justicia. Nuestra vida, corta o larga, será de gran provecho y satisfacción, tanto para Dios como para nosotros mismos. ¡Bendiciones!
SEÑOR: PERMITEME QUE CADA AÑO NO SEA EN VANO, PERMITEME ADQUIRIR UNA POCA DE SABIDURIA DIA CON DIA PARA LLEGAR PLENA A MI VEJEZ Y PERMITEME QUE CADA DIA HABLE DE TUS MILAGROS Y DE TU MISERICORDIA.
GRACIAS SEÑOR.