Esperanza de justicia


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Nosotros, en cambio, por obra del Espíritu y mediante la fe, aguardamos con ansias la justicia que es nuestra esperanza.

Gálatas 5:5

Si hay algo que notamos claramente que existe y se manifiesta en todas partes y se refleja en la gran mayoría de las personas, independientemente de su entorno y fundamento social y cultural, es la injusticia. Sin darnos cuenta y principalmente debido a nuestro propio egoísmo causamos injusticias a otros y al mismo tiempo nos indignamos cuando otros nos causan injusticias de forma similar. Hervimos de indignación y le reclamamos a Dios cómo es posible que él permita que estas cosas sucedan. Los que se han declarado enemigos de Dios aprovechan la circunstancia para blasfemar y maldecir el nombre de Dios, acusándolo a el de ser el autor de la injusticia. Acusan y desprecian a Dios  con preguntas necias tales como «Si Dios es amor y es justicia ¿por qué permite que en el mundo se observen tantas calamidades?

Debemos asumir nuestra responsabilidad. Si amamos la justicia como muchos dicen, debemos cuidar de que nuestras acciones y palabras no sean injustas ni causen daño a otros. Pero ¿cómo podemos lograr ésto?

El apóstol Pablo nos indica claramente la manera de llevar ésto a cabo cuando explica que ésto se logra por obra del Espíritu Santo de Dios y mediante la fe. Si no permites que el Espíritu Santo controle tu vida no serás capaz de andar por caminos de justicia. Tampoco podrás agradar a Dios ni cuidarte de ser injusto hacia tu prójimo. Si en verdad amas la justicia busca la dirección del Espíritu Santo quien te llevará a toda verdad. Sólo Dios puede hacerlo. ¡Sólo a Dios sea la gloria!

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