Opresión fatal

Un león rugiente, un oso hambriento,
es el gobernante malvado que oprime a los pobres.
Proverbios 28:15

Si bien lo ideal fuese que quienes gobiernan lo hagan con un gran sentido de la justicia la realidad es que son muchos los dirigentes que se han dejado dominar por el afán de poder y de acumular riquezas, todo a expensas de aquellos que son gobernados injustamente por ellos. El sabio rey Salomón lo describió de esta manera: «Luego me fijé en tanta opresión que hay en esta vida. Vi llorar a los oprimidos, y no había quien los consolara; el poder estaba del lado de sus opresores, y no había quien los consolara». Por eso no debe extrañarnos que haya tantos jefes de gobierno que manejan la administración del estado como si éste fuese su hacienda personal y se enquistan en el poder por años y años sin que el pueblo pueda vislumbrar una luz al final del túnel, es decir, una salida a sus sufrimientos.

Debemos recordar que el mundo en que vivimos es un mundo lleno de cosas absurdas y que la justicia y la verdad no son los principios que rigen el día a día de la humanidad. Lo que vemos es violencia, odio y corrupción que al final de cuentas es lo que quieren los enemigos de los hijos de Dios: la carne, el mundo y Satanás. Este mundo no es nuestra residencia definitiva. El apóstol Pablo les dijo a los Filipenses─y también a nosotros─que «nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo». No esperemos, pues, encontrar justicia y verdad donde por definición no puede haber. Vivamos con la mirada puesta en la meta que alcanzaremos con la ayuda de Dios cuando todo este sistema perverso acabe y el amor, la justicia y la verdad desciendan del cielo para imperar sobre la tierra por los siglos de los siglos. ¡Sólo a Dios sea la gloria!